Voluptuosidad ardiente teñida de vejez
acaricia tu corazón y estremece tu piel...
Con lujuria vulgar envuelve tu ser
entonces sin miedo, cuenta a tus amigos
de lo que es capaz esa mujer.
Impresiona y convierte al temido atlántico
en una fresca gota de agua dulce.
Seduce y advierte su distancia con sonrisas actuadas.
Con gestos de aceptación y gemidos en cada palabra
te señala y te incita a la cama.
El único lugar donde entiende una triste victoria.
Engaña con ternura, bravío y maldad,
su juez la sentencia a diario
pero no importa la ley y tampoco el dolor,
porque sólo Dios la puede juzgar.
Belleza mediocre e improvisada
dibujada por temor a la edad.
Actitudes esbeltas de superioridad
regada de mil llantos en la oscuridad.
Sensualidad tardía y absurdo actuar
manipulación sutil con picardía ideal
pero siempre con lágrimas en los ojos
y arrodillada ante lo real.
Si su deseo y su suerte es que nadie la olvide,
entonces de muy mala gana siempre la recordarán.
No me supo querer, ni me supo tratar,
mi edad y mi respeto la supieron marcar.
Tal vez, sólo tal vez,
ya no vuelva a jugar con la masculinidad
y mientras el tiempo pasa y zanja aún más su ser,
sus días de gloria se hundirán en su piel.