A María... en el contenido de nuestras vidas.
Te divise sentada en el cuarto menguante
de una luna fugitiva, resplandeciente por el tiritar
de una estrella vecina, que alumbraba con su arte
tu rostro, el de mis sueños mimar...
Tengo miedo... A no verte mas,
a dejar de encontrarte mientras te busco
a no poder seguir sosteniendo tus pequeñas manos blancas
cuando de tus pupilas broten lagrimas color sangría
mientras dejo caer retazos en pensamientos
abofeteados de soledad, sintiendome en anarquía.
Las noches en Siberia fueron tan cortas
como esos besos que arranque de tu boca.
Me amabas antes de amarme, lo decias con tus manos frias
que me sostenian bajo la nieve de nuestros años
dos angeles, caminando en el sendero de las penumbras
dos almas, aferradas por la misma necedad
asi como las noches que me insistes en dejar todo y partir
así desearia yo tomar todo y seguir
en este mundo inclemente que nos vigila;
eres el núcleo de mis electrónes frios
que en un girar del quererte se tornan tibios
y observo mientras paso al tiempo, que el tiempo no me pasa
ni con tragos de vodka, ni con aspirinas.
Tambien observo el gris de este alba
que no le hace bien a tus cabellos de plata.
A veces siento no comprenderte,
para que buscar entenderte,
seria encontrar la muerte... nuevamente.
María... me haces tanto bien y a la vez tanto mal
será que descubri en tí, el talon, el aquiles,
el punto débil de este universo que con solo mirarle
deja caer los mundos al piso rebotando en su base infinita
no lo haría, las estrellas tambien caerían,
regadas en el suelo, dañarian tus pies par de petalos
ocasionando daños, que no sanan los versos.
Recuerda María, estamos caminando... en la base del universo...