Le amanece el sol pintado
con pedazos de noche
y sonríe
desde el fondo de un vacío intacto
sin mostrar las celosías
de un futuro dolor que desconoce.
Parece un tizón soplado
por la alegría y quema
cuando sonríe
tanto que su sol no parece pintado.
Me sorprende que sea
de agua entre los dedos su corazón
que de verdad late, y se haga luz
de neón su mirada clara
cuando es todo
lo de su alrededor utilería
y –para ella quizás no- tristeza.