Sábanas blancas roídas
desgastadas por los elementos
pieles enardecidas
no soplan los vientos.
Cuerpos desnudos
tirritan de frío,
árboles peludos
se admiran en el río.
Las nubes bailan
mordiendo la carne,
rodeadas de alambres
gritan de hambre.
Camino entre piedras esculpidas,
un candelabro cacto
surge frente mis ojos extasiados,
me corta las medias
me raja las piernas.
El néctar mieloso
se derrama de las venas
con un grito de miedo
para secar las penas.
Torciendo el cuello
miro hacia arriba
allí en la boveda del cielo
tocan una marimba.
El sol se ríe,
la nube le hace cosquillas con su lengua rugosa.
Don Sol se tapa el vientre de rayos de fuego,
se guarda de las espinillas
que cubren sus pantorillas.
Sábanas blanquecinas copos de nieve
flotan en el aire como golondrinas,
todo se mueve.
Bajan las nubes por la vertiente,
chicos juegan a la pelota en el parque.
Con risas cantarinas corren hacia la fuente
para calmar la sed de sus gargantes secas.
Todos se mojan y siguen jugando
resbalo en las hojas,
siguen gritando.
El bullicio de los niños
reverbera de alegrías
el eco esparce la sinfonía.
Merche DemBar
3/12/10