Coseré a mi carne, retales de piel líquida,
etérea como el vapor que vive en los espejos.
Dejaré nacer del tacto, su cálida mano,
así como el reflejo que demuestre la caricia.
Porque he igualado en suspiro a las rosas,
también en espinas a contrapelo.
He sangrado tantos besos como vidas perdidas,
conocido la tierra y su silencio amargo
y en todo ello, la semilla ,
nunca moría, simplemente dormitaba.
No nacerían más primaveras,
en limpias manos como estas
de estar conforme, con todos los invierno fríos.
Me ahogaría sobre mi propia ceguera,
de no poder contar las estrellas, ni las flores cada día,
así mi piel sea , delicada orilla ,
la extensión del poema,
que nunca alcanzo, ni transito.
Igual mi sobra se extienda a pedacitos
como la letra negándose al blanco,
sobre un papel, en una botella,
sobre un mar de un planeta lejano.
Igual me crea un árbol de cien años
necesitado de nidos y alas
suspirar de nubes , amante de las lluvias
igual sueñe mientras duermo
igual viva, mientras escribo.
Igual …