Apareciste de entre la nada
Y tras, tu sal marinos ojos oceánicos
Se vislumbra el oleaje de tu alma
Como un faro de luz que naufraga
En las costas de una playa en calma.
Y observe, tu alma destellando de luz
Con un sin fin de colores luminosos
Como un arcoíris que no podía alcanzar
Como el ensueño de nunca acabar.
Y estabas allí, delicada y sutil
Como un panal de humilde sencillez
Escanciando la dulzura de la miel
Esa miel, que ha de limpiar la mirada del ser
Ese néctar de licor sagrado
Con el cual te revistes, mujer.
Y más acá, en mi oscuro espacio
Encendiste la antorcha de mi causal
Iluminando mi fuero interno
Y acariciando mi despertar
Apareciste de entre la nada
Y aun no te he podido encontrar.