Siento crepitar llamas en los labios al pronunciar tu nombre,
que el fuego consume cada letra al salir de mi boca…
así como el águila que deja extender sus plumas en el viento
yo acaricio las nubes cuando es el aliento, el que me evapora…
y el que inmola
cada rastro de este trance
que cree dilatar mis sandalias al seguir a gigantes.
tanto que ante mis ojos
eres el Oráculo de rugidos silenciosos
que anuda el tiempo en la pecera de nuestro destino
y no escatima la idea de ser vencido
por aquel que busca causas y principios.
No es que busque tu envidia,
ni mucho menos tu sabiduría
sino que me enseñes a jurar
y dentro de la naturaleza humana
- el de la ignorancia-
A Estigia buscar.