Y aguardo esperanzado, la mañana,
que hará de musa eterna mientras vuelas.
En el espacio gris de mi ventana,
invernará el amor, al que hoy desvelas.
Mas, cuando vuelvas tú, quizá lejana
con la intención de anclar tus carabelas,
habré de recordarte lo inhumana,
que fuiste al dejarme en duermevelas.
Sabrás que, resignado, mi cariño,
tu boca traicionera recordaba.
Sabrás que te he llorado como un niño.
Anhelaras la boca que arrancaba,
vehemente y lujuriosa tu corpiño,
y entenderás mujer, que todo acaba