(El encuentro sensitivo)
Por fin tus ojos, no se desvían,
reteniendo luz de iris, los míos.
Quizás la estrecha distancia
que tanto medía impaciente
algún día, alcance tu pecho
resolviendo así las mentiras
que me impedían tu nombre.
.
Por fin , me habitó el aroma,
bebí de las brisas de tu huerto,
por fin anduve descalzo,
sobre el velo olfativo de tu cuerpo,
descubrí tu nardo y tu amapola,
el rosal de mármoles cálidos y pulidos.
.
No nace el día,
sin el permiso de tu sonrisa,
no sangra la herida suficiente,
habiendo conocido tus labios.
Como tú, yo nací de Marzo,
entre hogueras
y despilfarro de flores tímidas,
como tú,
yo me vine venciendo desde lejos,
muy lentamente,
casi sin darnos cuenta.