en este momento
cuando la mirada
no me basta
para alcanzarte.
-¿recuerdas la semblanza del niño
aquel que llevaba caramelos de miel
y naranjas hasta la boca de tus libros,
con la alegría intacta de los tamarindos,
sonrisas de papel y palmeras en la piel?
tú y yo solo fuimos colores
primarios y ardidos
sobre el corazón desarmado
que nos iba dictando la noche...