Sólo tenía dos monedas: mi pobreza y mi vejez.
Como un niño sin juguete, yo de ti me enamoré.
Fueron días muy felices, te lo digo de una vez,
Que con tu nombre en mis labios, confiado, siempre oré.
Oré pidiendo a quien fuere. Pedí tu felicidad.
Fuiste un día el gran tesoro que toda una vida busqué.
En tí encontré la ternura, y el final de mi orfandad.
Sin conocerte siquiera yo te amé no se porqué.
Has pasado por mi alma como una estrella fugaz.
Iluminaste mis sombras con esperanza y con fe.
Al dedicarte poemas creí obsequiarte tu paz,
Le di las gracias al cielo porque el penar ya se fue.
Cuando en el puerto no estabas, apenas me consolé.
Qué me importa que otro te ame, si tú estás dentro de mí.
Permiso...Señora, te dije porque contigo volé,
En un vuelo de ilusiones que volviera junto ami.
La veintinueve estrellitas se escondieron a la vez.
Ya todo estaba previsto: hasta el desprecio de un nido.
Sólo tenía dos monedas: mi pobreza y mi vejez.
Con una compré tu adiós y con la otra tu olvido.