Con el cuerpo abotargado y la mente ya volando,
Entre humo, hielo, aroma de hierbabuena y muchas gotas de licor,
Renuncia de toda calma, para sólo atender satisfacción.
Ni las letras, ni la mente, ni siquiera ya la paz,
Solitaria confusión, deseos inconclusos, pesadillas de insatisfacción.
Sin razones, ciencia o palo donde agarrar,
Presagio de tormenta, tierna herida,
Dolorosas palabras, sólo fuerza y constancia,
Compañía solitaria para sustentar.
Navegando en la corriente cual balandro de papel,
Tempestad de ficción, sin remos, motor ni velaje que izar;
Tras anhelos ensoñados, únicamente pérdida,
Confirmación de instintos de añada ya vivida.
Alma en vela, que ni duerme, ni descansa,
Ni siquiera sueña ya,
Sólo fiebre para travesear.
MARTA DORESTE