Cuando su nombre inunda el espacio
Y el recuerdo de sus besos trepa
a la enredadera de mis sueños,
dejo partir nombre y recuerdo
con árganas vacías y sin adioses
.
La lluvia del verano busca su presencia.
La medianoche grita su te quiero
y disuelve su eco en la madrugada.
Me lo contaron latidos de fuego.
Porque yo no lo escuché.
Mis manos no se queman
cuando aturdido de deseos atizo su piel.
Nada de ella toca mi vida en su ausencia.
Ya no están ni sus miradas como antes.
Sólo quedan jirones, migas y cenizas
en mi derredor.
No la busco, no la espero, no la quiero.
Mi alma se embriaga y se esconde.
Hoy vivo mirando su luz desde mi sombra,
simulando… que ya la olvidé.