MAR:
Eres mi padecer y sin fuerza me dejas cuando te vas,
luna hechicera ¡que radiante estás!
La atracción que sobre ni ejerces, me provoca mareas y
en dos de ellas ira me das , para dejarme después tranquilo,
durmiendo mis aguas mansamente, dos veces hasta descansar.
Mis olas son mis manos que con ansia, te quieren
acariciar sin tiempo ni medida hasta que me dejes sin respirar.
No quites tus rayos lunares seductores que sobre mi estan
que invencible me trasforman para poderte tocar.
No te vayas aún , no me abandones que en agonía
y delirio me dejas en éste amor tan audaz.
Detesto la mañana y el sol, que se interponen entre los dos,
Me vuelves sombra de impaciencia cuando
sutilmente te vas, sabiendo que me tienes disponible
por toda una eternidad.
luna:
Me tengo que marchar, sólo soy dueña
del principio de la noche y mis cómplices las estrellas
me las tengo que llevar.
Mañana vendré nuevamente en tu busca y en mis ojos
veras la impaciencia de bañarme en tus aguas cristalinas
para volverte acariciar y gozar mutuamente de las sensaciones
que nos provoca amarnos sin cesar, sentir tu bravura y darte
mi tiempo, mis tinieblas y mi luz.
Cuando me marche descalza al finalizar la noche,
sentiré un vacío en el tiempo que no te veré y el cual se
hará un baldío sin poderlo remediar.
Esperame mañana que clara y tersa envuelta
en blancura a ti podré regresar.
Graciela Dantes.