EL DON DE VOLAR (Cuento)
Esta historia me la contó una vieja tortuga…Las tortugas suelen ser muy longevas, y como han vivido tanto, conocen muchas historias.
En el bosque había dos aves que eran muy amigas y se mantenían juntas…Llegaron incluso a mezclarse con mamíferos y juntos se divertían. Pero una tarde a una de esas aves se le ocurrió jugar cartas haciendo apuestas, claro que ellas sabían que eso no estaba bien, por tal razón quisieron hacerlo en secreto; lo que no sabían es que la abuela tortuga las estaba observando desde la recámara de su caparazón.
Las dos aves jugaron contra los mamíferos, y al parecer estos últimos tenían mayores destrezas en el manejo de los naipes y estaban ganando la partida…Las aves rabiosas comenzaron a subir sus apuestas, para intentar ganar el juego, pero como las aves no conocen el dinero, su apuesta eran de otras cosas…Apostaban sus dones naturales.
Las dos aves apostaron su don de vuelo, pensaban que por ser veloces en el aire, podrían ganar la partida de naipes a los pequeños mamíferos. Pero no fue así, pues las aves perdieron su apuesta y como buenas perdedoras tuvieron que entregar a los mamíferos su don más precioso; el don de volar.
Así que desde ese día en el bosque todas las aves continuaban su alegre vuelo por espacio, excepto estas dos aves jugadoras que perdieron su don de vuelo en una apuesta…Por allí andan por tierra y por agua, esas dos aves: el Avestruz y el Pingüino, con una cara de arrepentimiento por haber perdido su don.
Desde aquel día también, se ve el cielo surcado por el rápido vuelo de los Murciélagos, únicos mamíferos que vuelan, pues adquirieron el don cuando ganaron la apuesta, aquella tarde serena, tal como me lo contó la abuela tortuga.
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METAMORFOFIS (Cuento)
En las orillas de una pequeña charca había un árbol de frondoso ramaje. En la charca estaba un renacuajo, en las ramas oculta entre la verde espesura estaba una oruga. Eran amigos.
Conversaban diariamente, la oruga dejaba caer sus palabras y salpicaban en la charca hasta que el renacuajo las capturara. El renacuajo lanzaba sus palabras al aire hasta que la oruga las digería atrapadas entre el ramaje.
Así fue creciendo su amistad.
- Somos amigas, decía la oruga
- Claro, contestaba el renacuajo
- Dicen que viviremos una metamorfosis y cambiaremos de apariencia, dijo la oruga
- Para qué transformarme? - preguntó el renacuajo - así estoy bien, luzco de maravillas
- Pero yo no, dijo la oruga, necesito un cambio
- Bueno cambia tú, pero yo quiero seguir como estoy
- No amigo renacuajo, son los designios de la naturaleza.
Y así fue, llegó el día de la metamorfosis y afortunadamente el deseo de la oruga se cumplió, se convirtió en una bella mariposa… Pero desafortunadamente el presentimiento del renacuajo también se cumplió, perdió toda su gracia y se convirtió en un horripilante sapo.
Cosas de la metamorfosis, a unos le da y a otros le quita…¡¡¡ Como la vida misma!!!
Seamos orugas o renacuajos debemos estar preparados para asumir los cambios que la naturaleza nos depare, al fin y al cabo, esos cambios no los detiene nadie.
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