Se viste de negro mi pupila,
para reflejar una sombra taciturna,
ella, que antes fuera luz del alba,
hoy, se tiñe de la noche su negrura.
Con el silencio, llevando la amargura,
de haber visto un amor, que se fue perdiendo
en las tinieblas de la noche...noche solitaria,
sin estrellas y con ausencia de luz de luna.
Sigo esperando al ser que se olvidó de mi,
el causante de mi desventura,
lo sigo esperando en la ventana
de aquel cuarto, en donde tanto nos amamos,
en donde fundiamos nuestros cuerpos
y nuestras almas...estallando
en éxtasis...en llamaradas.
Transparencia en las miradas,
con los deseos de los besos embozados
y los sentimientos, acostumbrados
a las ansias de amar, ilusionados
después de tanto amarnos,
quedando extenuados
nuestros delirios reposando,
en un oasis de apacible calma.
Han pasado algunos años
y ese amor nunca regresó a mí,
lo sigo esperando en la ventana,
con un sol radiante de esperanza.
El reverdecer de la montaña,
el aroma del naranjal florido,
el turpial en su nido,
y la magestuosidad del tulipán,
me recuerdan a ese amor..que ya no está,
me recuerdan a ese amor querido,
que hace tiempo que se ha ido.
Tal vez hoy me recuerde...
quizás... no me tenga en el olvido.
Los latidos se aceleran de mi corazón,
moviendo el péndulo del reloj,
qué en el tiempo suspendido se quedó.
Los recuerdos despertando
y la ansiedad de mi alma apaciguando,
mis pupilas se van dilatando,
con colores de alborada reflejando,
yo...sigo de él enamorada...lo sigo amando...
lo sigo esperando en la ventana,
esa misma ventana,
que callosidades sacara a mis codos
y la qué bañé con lágrimas
de la profundidad de mis recodos,
empañando sus cristales, con los rescoldos
que me quedaron de su amor.
Felina