¡Qué desnudez la tuya! ¡Qué descaro sin decoro!
ahora tu desnudez se presenta con gran desfachatez.
¡Parece que estuvieras yerto!
Es tu desnudez tan bárbara que ya te percibo muerto
y cada día que pasa con tu desubicada osadía
crece mi asombro en el alma.
Parece ya nada importarte y desnudo te posas infame
ante la mirada de todos... y a todos... desnudos veo,
como los muertos ufanos con el gélido invierno que cuece
y en el inicio congela las cantarinas cascadas.
¿A dónde fue tu follaje de colorido ropaje?,
Cual esperanza divina ¿dónde dejaste los verdes?,
Cual labios en acechanza ¿dónde han ido
las rosas encarnecidas? Cual plácidos atardeceres
las violetas encendidas ¿dónde quedaron impías?,
Como el más vívido fulgor del rey los amarillos con brillos
¿por qué se han desvanecido? Los coloridos nutridos
que lucías por doquier ¿dónde ahora están?
Ahora tantico veo tu pelada exquisitez,
de la cabeza a los pies recorro tu fornido tallo
asombrada en tu desnudez, aunque permaneces erguido
meciéndote con el viento que sopla fuerte muy frio
al iniciar el invierno parece que estuvieras muerto.
Ya no veo el colorido que lucía tu ramaje
ya no huelo tu erotismo en la frágil inexistencia
de tus hojas de porcelana al deslizar mi tacto por su faz
que tapizaron el suelo de las calles y avenidas
como mullidas alfombras acariciando mis pies...
Ya tu desnudez se presenta como si estuvieras muerto...
muerto... yerto... ¡y de color a desierto!
Qué desfachatez la tuya, la de él, la de éste,
la de aquél, la de todos... tan sombríos
quedándose así desnudos sin importar las miradas
por esta gélida e infante temporada
que apenas comienza en frio y ya estás deshojado...
yerto…
N.J. 08/12/2010
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