Aquella mañana deje reposar mi cabeza sobre el sofá mientras te miraba
siguiéndote, tú abstraída en tu quehacer sin delatar mis observaciones detalladas.
Me tome todo el tiempo del mundo como si holgado mis pretensiones
me dieran la libertad de detenerlas en mi burbuja para que nunca pudieras escapar.
Me deje llevar cavílativo repasando los años de nuestra primera vez.
Poco a poco fui desglosando los episodios como una reiterada necedad de hacer
frente a mis recuerdos.
Reflexione que todo lo nuestro fue una historia para contarse, todo había
sucedido de forma accidental, recuerdo que esa tarde, sin sospecha alguna
caminaba indiferente ocupado en los estantes de aquella librería buscando
algunos libros que pudieran interesarme. De repente llega el bendito percance,
nuestros cuerpos se precipitan el uno contra el otro con los rostros inmersos
en las estanterías y de golpe tumbo tus libros listos para llevar.
Sonrojado por mi descuido y pidiéndote perdón me agacho para recoger tus
libros en el instante en que tú simultáneamente haces lo mismo nuestros ojos
se encuentran…Todavía recuerdo aquella mágica ocasión, parece que fue ayer,
aun recuerdo esas mariposas en mi estomago, aquel instante tan bello, el tiempo
quedo suspendido y tu cara preciosa y tus ojos negros y aquella sonrisa, válgame
Dios fue el embrujo que me enloqueció de por vida.
Y ya han pasado 15 años, quien lo diría, hoy eres mi esposa, tu sigues siento la
preciosidad del ayer como si en tu cuerpo el tiempo no hiciera mella. Yo con unos
kilitos de más en mi barriga pues por mis ocupaciones de casi doce horas
de trabajo no dejaran espacio para algo de deporte.
Recuerdo ese día, en la factoría decidieron por ocasión dar menos horas pues debían
dar mantenimiento a las maquinarias. Mi horario de salida de costumbre solía ser
puntual…Ese día eran las cuatro de la tarde cuando me enrumbaba hacia mi hogar,
tranquilo decidí disfrutar ese día tan hermoso de noviembre, camine por entre el
Bulevar y tomándome el tiempo para llenarme con el atardecer…Mientras pasaba por
el quiosco del un restaurant miro una pareja de enamorados sentados en el fondo
comiéndose a besos. Algo me turba la mirada al reconocer a aquella mujer,
¡Por Dios es mi esposa…Cómo me puede hacer esto! Me dije mientras encolerizado
apretaba los puños para hacerles frente pero algo me detuvo…Y de inmediato seguí
mi camino,aquella tarde todo cambiaría, ese día me tome las horas antes de llegar
justo de costumbre. Llegue puntualmente, me besaste y serviste la cena.
Y luego la pregunta diaria:
-Qué tal tu trabajo…
-Nada lo mismo de siempre,
Respondí mecánicamente como siempre.
Sin más me apresure a irme a la cama…dejándote sola terminado de lavar la losa.
Al rato llegabas,un buenas noches era el ritual y luego el sueño profundo.
En la mañana vuelve la rutina de todas los días, me alistas el almuerzo, un hasta pronto
como cotidianamente era usual…Pero esa mañana no seria como todos las otras, aquella mañana
seria la ultima vez que me verías…rompiendo la monotonía y la rutina que yo mismo había sembrado.