Leo tu nombre entre las nubes grises,
y lo escucho en el eco de la brisa;
en la aurora se escribe en los celajes,
y el rubor del ocaso me lo grita...
En el aire presiento tu perfume,
que me impregna la piel, hecho caricia;
en cada flor que me abre sus corolas,
en los sueños de todas mis vigilias...
Contemplo tu mirada en las estrellas,
dibujando galaxias infinitas;
en la luz inicial de mi alborada,
y en el brillo del sol, a mediodía...
Estás cada segundo, a cada paso,
en todos los instantes de mi vida;
formas parte de mi alma, eres su dueña;
tu la puedes salvar...también destruirla...
No imagino otro cielo que tus besos,
No deseo otro edén que tus caricias;
Quiero ser dentro tuyo cataclismo,
y que tu me des gloria siendo mía.