En el jardín de Gertrudis Miramar
germinó discretamente una Mimosa,
a Ella se entrego la Chuparrosa
y con un beso se juraron amar.
El Chupamirto agradeció a la Diosa
Por el regalo que recibió en enero,
Cierta vez un intruso Lucero
llego a su huerto y se llevó la Rosa.
Me pregunto ¿Por que tanto la quiero
Dulce moza ? ¡Otrora, niña Chontal!
tu amor cristalizo sin ser cristal
y la resguardo en un baúl de acero.
Buscaré en Mi museo un tintero
para llenarlo con láctos de manantial.
Y por siempre mi bella Comensal
serás La Rosa y Yo tu Colibrí,
que en mi núbil existencia descubrí
en la luz de la Luna en Carrizal.
Claudio Ramírez Vásquez