Este siglo está lleno de alpargatas y moscas,
apestado de risas y de sombras que ensayan
cirugías de sal,
esta tierra es el templo en que a la luz de un farol
se decapita a los gallos y la aurora
atufa a empanadillas:
hay gente que madruga con la baba colgada en un perchero y se abotona
calzoncillos de vidrio,
gente que cuando orina pone cara de asceta y se masturba
pensando en los caballos.
Este siglo está lleno de bazares nostálgicos y almacenes de chinos,
de animales sintéticos y extrañas
paellas de espaguetis
y yo voy por ahí con mi olor a refrito presumiendo de hombre
y me entretengo
mirando a los demás, veo a los otros
moverse en sus zapatos puntiagudos y adentrarse en sí mismos,
los veo despertar,
desparramarse,
y poner en adobo sus tristezas
para el día siguiente.
¿Será el nuevo tributo que pagamos
por el miedo animal que nos rodea?