Sucede que te busco entre la sal,
bajo mis pestañas
en la oscuridad del mar,
que bordea mis ojos.
Y vuelvo a buscarte entre mis dedos
que jugaban con los tuyos,
e imagino tus manos pequeñas
cubiertas por un milagro de rocío que nieva.
Tal vez me he perdido
tratando de hallarte
o he muerto cuando terminó el verano
en nuestras vidas, quedando el otoño.
Sucede que utilizaste el olvido
que esconde el orgullo
y me has olvidado
a la velocidad de un suspiro.
Me borraré las manos para ti
silenciaré los latidos de mi corazón,
y mi razón volará al futuro
en el próximo minuto.
Pronto dejaré de buscarte
y créeme que no serás ni recuerdo,
y no habrá quien te escriba
ni un solo verso.