joaquin Méndez

Al, otoño, gris, y al humano, inconsciente.

 


Llega,  el otoño, gris, el roble, al caer sus hojas, se va  tornando, amarillo, y en el…ya no canta, la cigarra, ni la tórtola, ni el grillo.


Se llena el bosque de setas, comestible y venenosas, van,  asetear los humano,
con rastrillos con palos, con las manos.

 “cualquier cosa.”

Dejan, el bosque, arrasado, parece, que lo han, labrado, lo mismo que el labrador, lo labra con el arado.

Queda la tierra arañada, sangrando por sus heridas, ya no hay remedio ni cura,
se va, que dando sin vida.

Se ve, al lobo despeinado, se está que dando sin pelo, eso indique que  protejas a la oveja y al carnero, pues si no lo haces, a si, al lobo, le servirá, de puchero.

Que do, la viña sin uvas, desnuda, sin hojas, las ruedas del tractor,
dejan huella en el camino, mientras los bodegueros, en el tonel pisan uvas, y  a si fabrican el vino.
 Ese que nos en borracha, cuando vamos a la fiestas o a ligar, a tu muchacha,
el que te convierte, en alcohólico, incluso hasta en violento, el que te quita el orgullo, la bondad, y el sentimiento.

Ay, otoño con tus fríos, tus  lluvias y ventoleras, abres la veda, de caza, y, ave, que vuela a la cazuela.

Qué rica esta, la perdiz, dicen los cazadores, la liebre, la torcaz, el conejo, la becada, el faisán,
el zorzal, el pato, en el arrozal, o en la rivera del Ebro.
Que más da.

“El caso es quitar la vida, aunque no sirva de nada”

Que…pena, Dios, que pena.

Auto: Joaquín Méndez

Reservados los derechos.

23/11/10