Mi reina, estamos separados
por tinieblas de rencor
y por un odio que tiene
la belleza de una flor.
¿Lo niegas? Niégalo.
Ésta Navidad me trae un presentimiento.
Presiento que el odio y el rencor
perderán sus disfraces harapientos.
Y volveremos a unirnos en el filo de una estrella.
Anunciaremos que nació la redención,
el perdón de los pecados, que nunca existieron,
Y cantaremos muy juntos villancicos al amor.
Tengo el presentimiento, tesoro mío,
que uniremos de nuevo nuestras bocas
en el beso triunfal de una gloria.
Mañana, pasado, ahora, en este mismo momento.
Amarnos y amarnos más
es mi presentimiento.
Miguel Ángel