Inmensas mayorías y transgresiones
sin resolver cubiertas de bilis
y conciencia insegura.
Lejos y tan cerca como un cuadro
descorazonado; tan lejos como lo primero
que le digo al destino y lo último
que le grito a lo pretérito.
Inmensas minorías y riachuelos
de éter que son cubiertos
por un frío confuso.
Yo ya no juego con arpas
y fuego.
Los ilusionistas son
mis decisivos compañeros.
El odio fenece en mi YO,
mis letras semejan insanas,
y este poema de sangre sin lira
es el alter ego de un poeta
que se lamenta desperezando
incoherencias.