Lázaro

Corazón en carne viva.

A través de las luces

de una pantalla

me decías que me querías,

que me añorabas, que me anhelabas...

Me decías que me deseabas.

Fuiste porque yo iba,

te marchaste porque yo no fui;

volví, no podía aguantar

ni un segundo más sin ti.

Tenías miedo de mí,

de enamorarte y que no tuviese fin,

al menos eso decías pero...

tú no eres así.

Tenías miedo de los demás,

de lo que llegasen a pensar.

Lo meditaste y comprendiste al fin

que el amor ni tuvo, ni tiene

ni tendrá jamás edad.

Lo llevamos en secreto,

cómplices en cada beso,

en cada caricia, en cada verso...

Cómplices de cada instante

y de cada estrella que pintamos

en las noches más brillantes...

A kilometros se podía sentir el amor,

la pasión fugaz que nos hipnotizó,

que empañó los cristales, que nos buscó,

nos encontró y nos engañó... perdón,

que me engañó.

Para ti perderte conmigo

entre el fuego frío de la noche

era perfecto.

Aún así me mentiste,

me engañaste y me vendiste a tus labios

infectos de mentiras sin razón;

le regalaste mi ser a la primera que pasó

mientras tú te fuiste con él

tan rápido que mi mundo giró cual tifón,

se empapó de sudores fríos

y de lágrimas:

Se desmoronó...

Se hundió...

Yo no quise quedarme con ella:

Te necesitaba a ti.

Necesitaba tu caricias, tus besos,

tus abrazos, tu fascinante locura

y tus ganas de vivir.

Tú necesitabas mis ganas de comprender,

de enseñar, de soñar y de querer;

mis ganas de comprenderte,

de enseñarte, de soñarte y de quererte

por ahora y para siempre...

Me advirtieron que tú no eras así,

que eras incapaz de sentir el sol

al verlo amanecer,

de sentir eso

que algunos pocos ilusos

entendemos como ''amor''.

¿Por qué el rumor de tus pupilas

aún me perturba y me causa tal dolor?

¿Por qué sin querer quererte te quiero

con tanta intensidad, y quiero vivir, y quiero ser,

y quiero estar sin tener que llegar a pensar?

¿Ser o estar?

¿Tal vez ser y estar?

Quién lo sabrá...

Deberías estar orgullosa, te odio tanto

por la simple razón de que eres lo que más se acerca

que he encontrado en mi camino para describir música

o tal vez poesía; ¡por que me amases como dices ni te imaginas lo que daría...!

¡Lo que daría porque me quisieses!

Pero yo lloro, y mientras tanto...

Te odio por quererte tanto.