Como la braza , soy el tacto del fuego
que con disimulo extiendo callado,
desde tu pelo , por el cuello ... hasta tu pecho.
No dejo heridas sino latidos,
allá donde mis diez rosas mustias
beban de tu rocío.
Igual la muerte me encuentre
en cada trozo infinito de tu galaxia,
recen tus labios los míos,
desesperes la palabra que mi paladar guarda
y te conjuga de imperativo.
Porque del luto de tu boca renazco,
así como las amapolas de la tierra.
De lo más oscuro de tu garganta
nuestro doble desierto de arena,
dulce sed se conocen trémulos.
No creas, que de esta caricia nacida
no se me agrietan las costillas
y un lobo, muerde furioso mis tripas.
No pienses...
que un liquido suspiro recorre mi lengua,
en realidad soy más tacto que valor,
más desierto que palabra.
Solo mis ojos retienen la visual respuesta
que tu piel desea y mi voluntad promete,
entero , el resto de mi cuerpo agoniza
y de amor se sostiene entre fuegos,
arde irremediable.. de pasión.