La tarde apaga sus luces para encendernos la noche…
y las distancias se crecen y se avivan los recuerdos,
recuerdos con caras de foto, cuerpo de papel y luz,
que me traen tu voz y también tus deseos…
¿Cómo se puede añorar lo que no conozco?
O quizás el “añorar” es un verbo pequeño,
es… como ponerle un disfraz a los sentimientos.
Y es que te conozco tanto… de tanto hablar y charlar…
que en la distancia, a veces te presiento…
Y a ti te pasa lo mismo… a veces jugamos los dos,
sin querer jugar, a encontrarnos y vernos.
Y nos vemos, nos encontramos y hablamos…
Nos presentimos… y soñamos encuentros,
el cómo será… ¿será de verdad? Por fin llegará…
Y van pasando los días y las horas, los momentos…
Nuestras vidas siguen, distantes, cercanas,
sin dejar de ser, sin dejar de hacer, yo no lo pretendo,
cada uno su vida diaria…
Y por eso necesito tu voz, que me suene dentro…
que me diga las cosas de siempre…
me sorprenda y me encienda en sueños,
aunque sea para soñarlos despierto.