Que definitivo fue el beso plantado en mi corazón,
que inútil fue callar las golondrinas de tus ojos,
se me acumularon atardeceres en las manos,
tu nombre se ha vuelto a extender en mi silencio.
Pienso en la noche que nunca llego y entre la infinita
edad de los recuerdos, triste y solo camino,
yo me pierdo en sentires amargos: fui tan poco en tu vida,
el dolor es amarte y romper a llorar en estos versos
y en cada uno de ellos el aire espeso donde estuviste.
OH pena. OH dolor que socava mis entrañas
Yo quise para mí tu cabellera, esa boca que tantas veces
bese bajo del almendro y de todas las rosa que te adornaron
me quede con las espinas de tu adiós.
Sin esa luz que llevas en el pecho, será de otro mi luz,
voy a ser yo quien muera tratando de odiar tu ayer,
volviéndolo mi presente.
Todo el destino entero es sombra, árido y violento es el tiempo,
la vida que te di ahora se me llena de años,
las noches son cenizas de aquella hoguera donde consumimos
la pasión de nuestros jóvenes cuerpos y este amor
se me vuelve a repetir por entre tardes, libros, amigos, poemas.
Que fantasma se materializa en la memoria,
que pregunta no se podrá responder nunca
Y aun quiero nacer en tu recuerdo después de morir
tantas veces en el. Te volví a nombrar en mis calles,
como para acercarte, como para inventar un segundo intento,
yo no me contento con haber cerrado los latidos,
recordar es sentirme derrotado otra vez…
pero ya hay otra lluvia regando mi piel y deje mojar
mis destinos con ella, sin embargo no parece cesar la tormenta,
mi tormenta, tu tormenta.