En la otra orilla, parado, Observándote, sin que me vieras; Sin que escucharas mis latidos. En la otra orilla, sin que lo supieras, Mientras más te veía, más me enamorabas; Y anhelaba atravesar, ese río de plata, Que no me dejaba, camiar hacia tí... En la otra orilla, muriendo por tus ojos, Anhelando, rogando por una mirada, tan sólo. Y tú sin verme, sin notar que allí estaba. ¡Me muero! Ahogado en tu encanto... Sofocado, intentando llegar a tu lado; Y no me atrevo a hablarte... Me conformo, sólo con amarte... En la otra orilla, como cruel muralla, Ese río de plata, como una estrella, Reflejando la luna, y a tu lado... A tu lado mi reflejo hechizado... La distancia, que como es río, Al intentar cruzarlo, se inhunda; Hasta sus ojos, que se esconden, Bajo las peñas, me lo impiden... En la otra orilla, ahora suspirando, Observándote, y tú, sin darte cuenta, Que de amor me estoy ahogando...