Sigo pensando lo que tenía que haberte dicho,
pienso que no te dije lo que esperabas,
tu para mí nunca fuiste un capricho,
siempre me quedo por decirte lo que realmente me importabas,
sinceramente, ...no sabía todo lo que te amaba.
No hay día que no te recuerde,
como ni a tu besos, ni a tus acaricias,
horas que se me van como días, días que se me pasan como horas...
día a día, todos los trastornos que te hice en mi mente aun me remuerden,
son como violines tristes acompañados por bulerías,
que solamente serán capaces de parar, ....cuando anoten tu melodía.
Tras la tortura de vernos, de sentir tu espalda junto a la mía,
y que hagas como si para ti hubiera muerto a escondidas,
poseo la prepotencia de mirar por encima del hombro a todo el que se acerque a ti,
tras recordar todo lo que hemos vivido, ... por eso vivo sin vivir en mi.
Tras estos verso escrito, con mi tristezas encendidas,
tras las estrellas apagadas y la luna escondida,
en esta noche oscura grito al cielo un te quiero,
y es así el final Ana de esta carta que me sirve de consuelo.
17/12/2010 RESERVADO LOS DERECHOS DE AUTOR/ Juanjo R.