Soñabas con convertirte en una princesa
durante tu infancia perdida,
bella muchacha de alegre mirada.
Disfrutaste con sumo placer
el primer romance,
y con ello los besos, caricias y deseos
con el que tanto fantaseabas.
Has ido creciendo, dejando atrás la inocencia.
ya no eras aquella muchacha curiosa,
que se maravillaba en su virgen ingenuidad.
Creciste, no hay duda,
y has conocido las amarguras y celos.
¿Por qué, te preocupas ahora?
Has conocido el placer de la vida.
Tras la tormenta de rosas y pasiones,
encontraste la calma con los seres que te apoyan.
Has dejado impreso tu imagen en los recuerdos
de aquellos que suspiraban por ti.
¿Qué más deseas? ¿Temes a la vejez?
La belleza de tu rostro se tornará en dulzura,
la misma con la que el nieto observa en su abuelo.
Notarás con agradable placer la vida
que efímeramente has visto pasar.
¿Estás lista ahora para entrar en el último dormitar?
Te reunirás con tus seres queridos que te abandonaron,
volveréis a repetir las mismas pasiones y diversiones.
Serás recordada, te lo aseguro,
empezando por este humilde pensador que
escribe de todo corazón lo que siente al verte.