Por la huella de luz que deja el sol
en mis mañanas pampas,
te veo llegar... y no es cierto,
como tampoco es cierto
que llegas con la sombra blanca
de la luna en mis noches
cansadas de soledad y nada,
se acurruca tu figura
de recuerdo en la inmensidad
de mi pecho abierto al aire
perfumado de mujer ausente,
se estremecen mis manos apretadas
en un perdón de tiempo
que se parte en vacío
de ansiado regreso,
en una lágrima punzante,
se refleja tu rostro pálido,
y tu gesto... y yo.
Quisiera verte llegar confundida
entre flores de un verano,
quisiera darte la luz que
va por el aliento de tu tallo,
quisiera sentir tu celo ahogando
mi pecho y en tu rubor,
quisiera mezclarme en tu sangre
y arder en la llama de tu resplandor,
beber de tu boca la sabia
que alimenta el fruto de este inmenso amor.
Pero en este grito de silencio
encanecido de espera
te sigo soñando,
y quisiera...
beber de tu boca la sabia que alimenta
el fruto de este inmenso amor.
Jose Larralde