He vivido en el mundo de las causas,
sembrando cada día mi destino;
si de amor, muy merecido;
si de dolor, ¡por desatino!
Alegrías y penas que nos siguen,
cual coche atado
al fogoso corcel
de nuestras vidas,
que será de bendición
o cruel verdugo,
de los actos,
pensamientos y diatribas.
He vivido, sí, en el desliz
de los goces pasajeros,
¡pero también, en los hechos
reflexivos, responsables y sentidos!