Fui yo quien borró tus penas,
quien día y noche veló a tu lado,
dispuesto a poner fin a tu condena
tomando tu corazón prestado.
Fui yo quien lamió tus heridas,
quien te abrazo en tus desconsolados llantos,
ofreciéndote mi pecho como guarida
donde sentirte a salvo de viejos desencantos.
Fui yo quien secó tus lágrimas,
quien hizo tuyo su hombro.
En mi cielo te puse en la cima.
Aparté de tu camino los escombros.
Fui yo quien atizó tus pasiones,
quien devolvió a tu rostro las sonrisas,
regalándote mis besos como aluviones
llevando tu felicidad como premisa.
Y sin embargo ¡¿Quién lo dijera?!
Para vos no fue suficiente,
al levantarse tu primavera
te figuraste una mujer valiente.
Decidiste vivir vida de aventurera.
Lamento decirte, equivocas tu camino.
Ya no serás mi compañera,
ya mi amor no encuentra su destino.
Ya por vos mi corazón se ha desangrado,
ya por tu amor demasiado he sufrido,
y aunque al decirlo no sienta agrado
es menester dar este asunto por concluido.
Manú.