“Sepia vejez,
déjame,
déjame una vez más
desvestir a la vida
de abriles
y de esperanzas,
déjame desnudarla
como los frutos que amenazan,
como este sol saliente,
déjame su voz,
y esta otra mirada,
que el tiempo no muerda
que no nos corra
con sus ansias”
Lejos es demasiado,
es hasta luego
y mañana será otro día.
Lejos es distancia,
es el eco de las miradas
cayendo
hacia un irremediable vacío.
Lejos es silencio,
es partir a cada momento
desde el recuerdo
hasta la nada.
Estoy lejos
tan lejos como este cielo
casi tanto como pueden alejarse
el cuerpo del alma
a veces,
solo a veces, me acerco
y acaricio el sol saliente,
voy hasta el horizonte,
me muerdo el labio de abajo,
araño algunos pensamientos
y voy hasta el límite de sus ojos.
Alguna fresca mañana,
la miro
y se aleja,
o yo me alejo,
no se bien
porque el final es siempre el mismo
todo termina en esa cierta distancia
en un susurro del alba,
así me voy de los planos,
me recuesto en los tonos pasteles
oblicuo mi mirada,
así de reojo,
me descubro…casi solo,
entonces
veo a las aves que pasan,
rápido aleteando,
se sostienen
con sus frágiles y negras alas,
dibujan en el aire
un soplo de vida…
quiero hacerlas verdes
quiero hacerlas mías
pero siempre
una y otra vez
se marchan.
“Si yo pudiera una sola vez sostenerte,
llevarte tan lejos
donde el tiempo se vuelva
o allí donde los sueños siempre avanzan,
tal vez te enamores...
tal vez”