Jhon Deivy Torres Vidal

NUESTRO GÉNESIS APASIONADO

Oprimes los quejidos del silencio

con tu risa destilada en el pecado.

Son edénicos los hoyos de tu cuerpo

Y la altiva redondez de tus manzanos.

 

Te descubro, mujer, como el primer hombre

con absorta fruición por lo mundano,

y eres tú la Eva de mi orbe

que me trae el placer entre sus manos.

 

Es deleitoso el fruto que arrancamos

con gesto mutuo de satisfacción.

Y no hay culpables, ni serpiente, ni árbol

en esta historia que no rehuye a Dios.

 

Así pecare por instinto eterno

bajo el influjo de tu piel lasciva,

yo te amaré, mujer, junto a los signos

de una infernal o milagrosa vida.