Escucho los recuerdos vagos de mi abuelo,
La gente jugaba con los rayos del sol
como la brisa suave hinchando la vela de un barco,
Se humectaba el anhelo con la llovizna leve de la hilaridad.
y del presente fijo
sin alteraciones cronológicas.
Salgo al pavimento que en su tiempo fue campo,
Traigo conmigo el relato, de antaño;
Y pienso, observo, y musito:
¡Que bella es la vida!
Pues, el cielo esta de fiesta, nacen eternas la nubes,
Las flores, arboledas, besos y miradas.
¡Que bella es la vida!.
Colmo de ideas, de inocencia puritana
que corre por la tersa piel de niño travieso.
Corro según los cuento de mi abuelo,
doblo la esquina;
Y pienso, observo:
¿Qué es esto?
el fiel esta muerto, y el héroe agoniza.
transito impasible,
sobre la sangre que recorre esta calle
que hiela mis canillas con su esencia,
y el escrito se moja y pierde sentido
Cae hondo el vocablo como eco,
Y no hay quien lo reciba.
Hay estacas en una tierra yerta
todo se traduce en dinero
la primavera le vende pétalos a la flor,
y las estrellas venden su brillo a enamorados,
el cruel deambula sembrando sus campizales
sin mas remordimiento que el de sus pasos,
el marido que discurre como cauce en la lujuria,
esconde sus mentiras tras los besos en su espejo.
la sangre se bebe, y se evapora por venganza
el cielo se quedo sin estrellas, caen como pedestales
a lo lejos, las recoge el hambriento que sacia su ansiedad
con la punzante y hoy mordaz brillo de su marca.
La belleza se vuelve imagen, y así la misma luna
se vende mentiras con el reflejo que da en el lago.
El reloj no mientes señores, pasa el tiempo
y el humano da vueltas en círculos,
siembra temores, odio, rencores, y futuro;
Cuando toque la hora de la cosecha
Serán vuestros hijos quien sean los luctuosos
De este raído alimento.
¿Donde quedo la vida corrida de cantos?
¿Y el hijo que abraza al padre? ¿El que ríe con el viento?
¿El arcoiris, perdido? ¿La oruga que es mariposa?
¿Dónde quedo abril y su cielo?
Invitaos estais todos
a abrir las pestañas de tu reloj
desempolvar los tímpanos de la vida
y escuchad como el cielo palpita
y bombea los colores del nuevo día,
y traquetea las nubes, como roca en el río
para hacer de este silencio mortífero
la metamorfosis del campo
que tanto me hablo mi abuelo.