Pregunté en mis sueños a una rosa:
¿tu perfume es ambrosia de los dioses?
¿es sublime manantial de paz
o elixir de la vida?
¿Es acaso tu belleza majestuosa,
una diosa esquiva del Olimpo, visitando
los humanos corazones, para sembrar en ellos
el germen del amor y de la estética?
¿O eres acaso un regalo de los dioses,
para traer al mundo la paz, el altruismo
y la armonía, que ha sido al mundo tan esquiva?
y la rosa contestó: “Soy la luz del amor;
soy la paz de la vida; pero ante todo,
¡soy una rosa herida!”