Se me ausenta el pecho de abulia,
donde hueso hubo por tanto vacío
y el hueco inconfeso
de todas mis hieles calladas,
quiso ahora un testamento blanco,
un libre sentir donde habitarme.
Se deshace la carne
que me aprieta todos los latidos
y crezco de asfixia como de pasiones nobles.
Desde que me regalaste, estas costillas de sueño
llevo el vestido profundo,
de un mar de sangres dulces.
Se me expande el latido,
como un aroma ...
de extrañas necesidades al viento.
Se me niega la ausencia
como un poema eterno de versos
donde tus ojos son el comienzo
de todo cuanto callo
y sufro …
Porque llevo el tacto
que nada conoce , salvo tu carne
y construye manchas de un orden innecesario.
Aquí el papel yermo, blanco como el frío,
aquí el papel de la vida, transparente como el hambre.
Uno susurra, el otro.. te alimenta...
Será que de tí aprendí ….
a creer en mi corazón.
Será que supiste contarme
los veranos de mi boca.