Una criatura llora en la noche,
resuena en el silencio del desierto
resuena en el desierto del mundo
y en el silencio de nuestros corazones.
Mece la madre al niño
para calmar despacito su llanto,
y amorosamente acunaba nuestras almas
y traía a los pueblos la calma.
La abraza suave su esposo
y toca la nariz del pequeño,
le sonríe al Dios hecho hombre
y juega con él sin saberlo.
Entonces el cielo resplandece
y una estrella se detiene en sus cabezas,
se ha cumplido al fin la promesa
y el mundo respira de alivio.
Un buey y un burrito los acompañan
bajo la mirada de un ángel secreto,
y a pesar de ser animalitos
cuánto daría yo! cuánto daría!
por ser uno de ellos