Emergiendo de tu cuerpo
socavo los alientos salobres del deseo.
Lentamente, recorro la cresta de tu piel,
Siento tu mar embravecido, con oleajes encendidos
cuyo rumor procura,
alcanzar el centro de mi fugaz locura.
Cabalgo sobre esas olas
Buscando dulzura hacedora de triunfos,
para transportarme hacia orillas serenas
donde sólo la arena acompaña el placer.
Por instantes brevísimos suspendida en el tiempo,
me convierto en gaviota de cristal exquisito.
Reflejo de tus ojos, lucecitas al vuelo
Paraíso escondido
de algún mundo de ensueños.
Para luego estallar,
Abrazada a tu espacio, En colores radiantes,
La mirada brillante, el cabello mojado.
Con suspiros pequeños suavemente regreso
de ese mar coralino, que navego contigo.