En una isla divina
de lujuriante vegetación
allí mora una Dama
bella como una flor.
Dicen que es hija de la Diosa del Ocaso
y que nació en el jardín de las hespérides.
La estrella vesperina
para anunciar su llegada
soplo polvos mágicos,
lentejuelas iridescentes
que cubrieron el jardín de nubes de algodón.
En el centro de todo brotó un capullo de flor
del más brillante y puro blanco.
Sus ojos luceritos encendidos
se ríen en burbujas,
gotas de cristal de azur límpido
caen en la nieve.
Merche DemBar
23/12/10