Cuando pienso en la NAVIDAD, me hace recordar una comida tradicional, el TAMAL, con su correspondiente taza de chocolate caliente. Era toda una ceremonia su preparación en aquella época (la de mi infancia). Se iniciaba con la búsqueda de las hojas para envolver el tamal, mamá algunas veces fue la encargada de esa tarea, yo le acompañaba y caminábamos hasta una de las “vegas” (huerto) donde solíamos encontrar las mejores hojas de plátano. Don Toño el Cuenta Cuentos las cortaba, ella las calentaba a la llama en un montón de brasas que preparaba allí mismo en la vega, hacía una maleta con las hojas preparadas y las llevábamos a la cocina para ser utilizadas en la fase final de la tamaleada. Mamá María (mi abuela materna) era la experta en hacer tan rico platillo, mientras nosotras buscábamos la envoltura, en casa se molían todos los ingredientes luego de ser tostados y se cocinaba la masa de maíz. Al pasar los años ya no se iba en búsqueda de las hojas, solamente se encargaban y alguien las llevaba y se preparaban en la cocina antes de usarlas. Lo interesante acá era haber compartido con mi madre esos momentos en los que caminábamos por las vegas en busca del mejor material para la envoltura del típico alimento y la ceremonia que incluía hasta saborear en la mesa un platillo preparado con amor y sabiduría.
La cantidad que se elaboraba era grande, pues cada uno en la familia podía disfrutar de varios a lo largo de la semana-entre navidad y año nuevo-. No sólo era para la familia sino que también se acostumbraba llevar un platillo con varios tamalitos a los vecinos el día veinticinco, era una muestra de amistad. Aunque se supiera que en las otras casas también elaboraban tamales, había intercambio y se probaban colorados o negros, se degustaban de diferentes personas y así por su especial sabor sabíamos quién los había preparado. Algunas vecinas aún conservan la tradición de regalar un poquito de lo que han preparado en casa, mantenemos vivas esas tradiciones de amor y es por ello que el tamal chapín es tan popular y no debe faltar en las fiestas de fin de año.
Mirna Lissett Carranza