(Dedicado a un poeta)
Un sablazo de silencio cuando no se existe
parte el alma en mañanas sin caminos
y nos aleja los sueños de las farfallas.
Resbalas,
resbalas por los ojos de la memoria
con los hombros apoyados en el frío de la ausencia,
como un sauce rodeado de juncos
resbala también la delimitación de tus pestañas.
Sigo aquí, en el lado de la nada,
como la sombra del tronco retorcido de la parra,
sigo, mientras resbala,
el furtivo tiempo donde fantaseo
con tu boca de prosa imaginaria.
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