RICARDO ALVAREZ

A MI MEDIDA

 

Me despierta  tu mirada

anclada en mi pupila.

Donde anidan tus ojos y

en destello mortal cae el sol ardiente

entre las hélices del alba y

mis ojos que te miden.

Manojo de llaves en racimo acarreo a tu umbral y

el cincel del tallado ebúrneo, a tus labios de esfinges.

 

¡ Ay, Morena. Con el poder del cuervo me rasgas ¡

Yo, con la paz de la paloma y

las alas de águila, oteo tu vientre y

con sigilo de enamorado, tus cúspides benditas.

En tu silencio de playa, la roca se hace arena.

Tus pies de plantas en abatida arrean la ola verde de algas.

En el tiempo del cenit se cierra el telón.

¡ En ti. Bendita morena. La castidad no tendría perdón ¡

 

A tus dulces raíces en dedos,

con pies de roble me aferré,

mis piernas en tronco de sauce, se doblan y

se agitan a la brisa de mi guarida vacía.

A la distancia, carmesí de espuma,

en el artero lago de tus venas.

En el muelle de tu puerto,

cuando arribo a tus labios,

despojados y carentes,

al roce los embriago, y se van colmados de besos.

No los inquieta la espera,

ni los pausa  la tormenta.

Saben que están forjados

a la medida de mi boca.

¡ De mis besos de enamorado ¡