Ivdar Kiunter

Orando

Orándole a Dios en mis desvelos,
sumergí la mirada en la consciencia;
encontré la luz de la inocencia,
como el más grande prece que a Él agrada.


Y seguí oteando allá en mi Alma,
cómo llegar a Dios y en su presencia,
unirme para siempre con su esencia.


Con plena Luz enceguecido,
a una radiante Cruz mi ser se asía,

sintiendo los dolores del estigma

del sublime Rabí que allí yacía.


Fue la magna señal que yo buscaba,
para unirme por siempre con lo Eterno;
la señal de la Cruz, el sacrificio,
que debemos vivir en bien ajeno.


Ese es el camino prometido,
el sublime Sendero de la vida;
el camino tan buscado y tan esquivo,

¡El Sendero de la Luz y del retorno!