De tu mano cae, cómo rocío inexplicable,
lluvia para mis labios y neroli en mi boca,
la tersura de badana que mi piel evoca, y
tu dedo elástico de relámpago inmensurable.
Mi noche se hace eterna en el reloj
del amplio desierto negro, y en la gota
del nácar luminoso, abro paso al alba
en el túnel del deseo,
y choco con la mañana, donde tu esfinge
se dibuja en luz verde de alga y
se pincela, en el día carnal de la manzana.
Cada esquina del cuarto, baldosas, paredes y
cuadros, viven en la sombra del fémino espejismo
al reflejo arqueado de tu boca, irrumpiendo en volcán.
¡ Erupción de lava ardiente y besos ¡
Devorados en mi boca hambrienta y salvaje,
de astro voraz insaciable.
Mi lengua de fósforo enciende la pira
que ondula la mañana, en brusca tempestad.
Tu mano acaricia el cristal y el nenúfar y
tu beso mi labio desmenuzado.
¡ Oráculo de mis noches. Certidumbre de mis albas ¡
Tu mano de pelo y harina es inexplicable.
El sabor de tu beso, inenarrable.