Ni todas las líneas que dibuja esta corrompida noche pueden formar siquiera una palabra que tenga sentido para quienes siempre, desde el silencio, me acompañan.
Ha llovido durante dos días sin parar. El barro baña con su perfume a las calles que se ven cada vez más lejanas a través de los vidrios de las ventanas.
No se el mundo, pero yo prefiero sonreír.
Tengo una tercera opción para cada segundo que, vaya a saber quien, me están regalando. Yo no la invente, pero la tengo.
Este no era el lugar ni el momento adecuado, pero aquí estoy, por ahora, y tengo que darles algo de que hablar.
Me toco ser orador en esta convención de locos, bizarros, amantes, y tres pelotudos que se sientan siempre en el fondo y no logran escuchar lo que pienso.
No pienso ser responsable de dos días más de lluvia, no después de tantas vidas. No pienso tampoco ser responsable de todo aquel a quien parta un rayo. Ni de los significados que quieran darle a cada noche. Ni de todas esas palabras que los llevaron a cortarse las venas. Yo hubiera siempre preferido sonreír.