Ana Maria Delgado

CERTEZA DE MI MUERTE

La muerte se acerca,

a cada segundo se aproxima,

con valentía y paciencia espero su arribo.

 

Cuando sus manos se posen en mis hombros,

marchare a su lado,

despidiendo mi pasado,

sin remordimientos, sin angustias.

 

Viví e hice lo que quise,

pretendí mas y ya no hay tiempo….

 

Ya no corro, voy a pausa lenta

camino con el ritmo conveniente y preciso,

no agoto a mi cuerpo, no me asfixio.

 

Con dificultad respiro,

aunque el aire lastime mi pecho

y la debilidad me invada

y sin indulgencia me derribe en mi lecho

y  las heridas se abran y viertan sangre

y la sangre se confunda con mis cuantiosas

lagrimas…

a pesar de todo aún vivo.

 

Mi certeza es morir y no temo,

con dignidad lo he asimilado,

y he aprendido a vivir cada instante, cada hecho,

a amar cada cosa, cada persona, cada lugar

cada amanecer, cada beso,

cada cabello que cae

y descubre cada mas mi cabeza.

 

 

No me llamen moribunda,

no quiero llanto, compasión, cuidados,

predilecciones,

que nadie vea nacer el día al borde de mi cama,

velando mi discontinuo y ligero sueño.

 

No me agradan mis dolencias

y sufro en silencio,

y muchas veces, 

en episodios de inaguantable dolor,

he retado a la muerte para que apresure sus pasos

y anticipe mi partida,

pero no ha accedido.

 

Mejor así, porque sigo con vida,

Vivo por completo el presente,

y ante mi futuro incierto,

forjo propósitos a plazos cortos,

para que no queden irresueltos,

y concluyo metas posibles

trazadas en algún tiempo,

por honorabilidad y satisfacción,

y cada logro se convierte en un recuerdo hermoso,

en una motivación para asirme

con furor a la vida

y vivir con intrepidez el presente. 

 

POR: ANA MARIA DELGADO P.